Dejé
pasar mi infancia en el olvido, en un vuelo ligero,
Como
revolotean al viento las hojas del otoño
Como se
pierde el agua que va al mar.
Giró sin parar la rueda de la noria
Rodó la piedra en ríos revueltos, en
remolinos bravos.
Dejé
pasar mi juventud en un sueño febril, efímero
Como el
soplo de aire que apaga la vela
Como la
llama del último momento de la hoguera
Giró el reloj hasta acabar la cuerda
Rodó el silencio oscuro de la noche
Ahora
no olvidaré los instantes del alba
Las noches
estrelladas, las palabras sencillas.
Cogeré
a manos llenas los rayos alegres
del
sol, el agua de la lluvia, el olor húmedo de la niebla,
los
sueños blancos que me trae la luna.
Y
guardaré para siempre en mi memoria
Los
amores profundos de mi gente querida.