Cuando
las hojas marchitas caen al suelo
Cuando
las manecillas del reloj giran y giran,
Cuando
el fluir del tiempo no se aplaza,
Cuando
la muerte cabalga a nuestro encuentro,
Cuando
un dios siniestro juega con nuestros miedos
Cuando
la sombra de la noche se acerca a nuestro lecho
Cuando
somos muñecos rotos en manos del destino
Cuando
la primavera, el verano, el otoño ya han huido
Entonces
recordamos la infancia esplendorosa
La
juventud efímera, el pasado engañoso
Y nace
en nosotros el sentimiento vivo
De las
horas perdidas en el camino incierto
Que con
vana ilusión hemos ido trazando
Concha