dissabte, 31 d’octubre del 2009

Mudança

Una mica de brossa han llançat a l’espatlla de l’home quan sortia d’un bar-tallat del carreró. Plaf! li cau al damunt. A ell. Mira el primer balcó mentre s’espolsa l’esca, -sort que no embruta-. Ningú. Mira el segon balcó i allà hi ha un pit-roig valent, mig cos enfora, bell i lluent que sembla dir, apa fuig, que haig de baixar a recollir-la.

Veus conegudes criden l’home des del bar-tallat del costat –hi ha un pit-roig allà dalt- va dir en entrar. Més no el va esperar, no el veié volar en picat per recollir la fulla de pinya pinyonera i, en sortir amb els companys, ni es va tombar.

Al matí, quantes més paraules tenia, no l’havia anat a buscar! Les dedicà totes als col·legues. No sabia si piulava o era mut i només una rialla li havia fet, res més, cap mot.

Aquesta nit de divendres, quan uns amics l’esperen a la cerveseria, d’ell se’n recorda. Mig cos enfora vigilant on havia anat a parar la seva menja: al jersei negre de l’home que amb una mà va espolsar! -babau! he perdut una altra oportunitat. Però del seu record en farà paraules: l’escalfament del planeta, el retard en la migració de les aus... Mentre dins seu escoltarà una veu creixent, -On ets pit-roig? Piula’m! Un jardí has d’haver trobat. Perquè aquesta nit tu em parles i tots dos sabem on serem demà. Jo en el carreró guaitant el segon balcó i tu, volant. Em vull posar pa a la boca perquè me l’agafis amb el bec.

Han passat els anys i en el parc assilvestrat que hi ha a la vora del carreró, hi ha un home amb gavardina clara assegut en un banc. Però si ens hi fixem bé, veurem que té el cap tombat cap a una banda i de tant en tant somriu. Para la mà per sentir què se li diu a cau d’orella. Parla jo escolto.

Un pit-roig li baixa pel braç fins posar-se damunt del genoll. És pel matí quan més li parla tot i que a la nit també, dons al parc va anar a viure el poeta per parlar amb l’ocell.

-Parla’m va. Li demana a l’home amb l’ull que es dipersa.

Ell li passa el dit del cor lentament per la ploma perquè aquest amor no el vol deixar escapar.

dijous, 29 d’octubre del 2009

Sinrazón

Sinrazón



Barcelona 22 de octubre de 1971

Hola Nicolás. Tengo que pedirte algo: cuando veas a Beatriz Galindo dale esta carta de mi parte. He perdido su dirección (de hecho, de todas, la tuya es la única que conservo en la memoria gracias al alquiler del piso de tus padres), y sé que vosotros coincidís en la Universidad. No tengo ahora humor para darte más detalles. Quizás más adelante. Gracias por el favor.

Un abrazo

Ana.


Barcelona 21 de octubre de 1971


Querida Beatriz, he recordado una frase que en vuestra época “Herman Hesse” teníais siempre en la boca, y que decía más o menos que cuando se teme a alguien es porque a ese alguien le hemos concedido poder sobre nosotros. Qué poder y a quién he podido yo concederlo es algo que no acierto a explicarme. ¿Hay alguna cosa peor que temer lo que no se conoce, lo que no puedes explicarte, el miedo al fantasma de alguien? ¿Puede haber una persona tan trastornada? Alguien que es capaz de todo, como podrás ver por la carta que te transcribo a continuación (el original tengo mucho interés en conservarlo a buen recaudo). Y que dice:

Querido Vicente, no sé cómo empezar esta carta porque la noticia ha sido un golpe violento. Me imagino cómo estarás y lo que estarás sufriendo, si hasta a nosotros nos abruma el desconsuelo. Cuando me dijeron que Ana había muerto, no me lo podía creer. ¿En el hospital? ¿A consecuencia de una operación? ¿En el parto? Nadie acertaba a explicarnos lo que había pasado, aunque la noticia de su muerte corrió veloz. Recibe mi más sentido pésame y mis deseos de que el tiempo que todo lo cura pase muy deprisa. Y recibe también un abrazo muy fuerte.

Andrea

PD Para ella siempre Doña Andrea. ¿Con quién tomaré ahora el té de las cinco?

***
Imagina mi estupor cuando abrí una carta que no me iba dirigida, pero que consideré desde el principio mía (un poco extrañada, es verdad, de que fuera a nombre de mi marido).

¿Quién se inventó mi muerte? ¿Por qué? No acierto a comprender a quién pude yo herir hasta el punto de quererme muerta. Y temo que si alguien tiene una mente tan retorcida, si se es capaz de inventar algo así, se puede también llegar hasta el final, hacerme daño de verdad. TENGO MIEDO, y me he descubierto girando la cabeza cuando salgo del metro, apresurando el paso cuando voy llegando a casa, casi mirando debajo de la cama como hacía de niña.
¿Por qué tú? ¿Por qué buscar tu ayuda y no la de cualquier otro del grupo? Tan sencillo como pensar en la buena relación que tenías con todos y suponer que la has seguido manteniendo más allá del Instituto. Pienso que si logro saber de dónde partió el rumor, podré conjurarlo. Después de darle muchas vueltas, he llegado a la conclusión de que viene de ahí, de mis antiguos alumnos. No te doy el nombre que se me viene a la cabeza por miedo a cometer un error del que me arrepentiría al acusar a alguien sin ninguna prueba.

Te envío también una copia de mi respuesta a la carta de Dª Andrea con el ruego de que hagas llegar su contenido a toda la gente preocupada inútilmente, gracias a Dios, por mí.


Barcelona 20 de Octubre de 1971

Mi querida Doña Andrea, no sé que le producirá más susto si mi pretendida muerte o mi real resurrección. Palabras no tengo. Lo único que se nos ha ocurrido a Vicente y a mí es hacer una visita a Burriana y celebrar con toda la gente que me quiere el poder seguir dando la lata por estos mundos de dios. Vaya preparando una botellita de champán (y por supuesto el té de las cinco). Un abrazo para mi profesora de inglés preferida.

Ana



Valencia 23 de Octubre de 1971

Querida Ana. Encantada, feliz, heureuse de saberte vivita y coleando. Quiero, queremos verte. ¿Cuándo vendrás? ¿Cuándo podremos celebrarlo? ¿Una fiesta por todo lo grande? ¿O una de aquellas acampadas que hacíamos entonces? (Qué risa nos daba lo mal que sabías ir en bici! Y Manolo que te decía “Vous pédalez bien, madame”, el muy pelota!)De momento- ni siquiera he esperado a comunicar la noticia a la gente para escribirte- decirte que Nicolas ha cumplido su parte de la misión., como puedes darte cuenta. Ahora VERNOS URGENTEMENTE, darte un abrazo, gozar de ti, quitarnos el susto. Ya tendré tiempo después de hacer de Sherlock Holms. Te prometo poner toda la carne en el asador.

Un abrazo

Beatriz


Concha

dimecres, 28 d’octubre del 2009

Barcelona, 28 de setiembre de 2006

Queridos papá, mamá, hermanos Nelson, Evo, Aymara, Milena y Andreita y tios y sobrinos. Al recibo de la presente espero que se encuentren bien. Desde que llegué acá, hace ya dos meses, tenía ganas de escribirles pero temía que si lo hacía me entraría todavía una pena más grande y el corazón se me pariría en dos.

Ahorita estoy mucho mejor y, si bien les extraño mucho, me siento ya con ánimos de hacerlo. Las llamadas valen mucha plata y prefiero explicarles mejor mis novedades de acá por escrito y así practico un poco y parece que no les tengo tan lejos como cuando oigo su voz, que todavía sufro más de no poder abrazarles.

Como les dije el otro día, me encuentro muy bien de salud y los señores de la casa dónde estoy, gracias a Dios, son muy buenas personas que me cuidan mucho y se preocupan mucho por mi y por darme ánimos, porque ven lo muy triste que estuve estos días pasados, cuando llegué.

Ahorita mismo, la señora me ha dicho que me tome un rato libre, que ya estuve muy ocupada faenando con las cosas de la casa todo el día y que hasta el momento de recoger a los niños en la escuela, descanse un poquito. Mami, no se preocupe usted, porque tengo hambre y como mucho y bueno y, hasta creo que en los meses que llevo acá, ya me engordé varios quilos y, a este paso, no sé si me cabrá la ropa cuando llegue el frio.

Tengo ya ganas de recoger a los niños que, como les dije, aunque son muy traviesos, obedecen mucho y son muy educados conmigo. Especialmente, la pequeñita Paula que es como Andreíta, igual, igual, aunque mucho más blanquita claro, cuatro añitos hará en noviembre y todo el día anda dándome besos y abrazos porque es muy mimosa. Es el ratito mejor del día, con lo que me gustan a mí los niños !!. Nos reímos mucho porque acá hablan una lengua distinta del español: catalán, se llama, y no entiendo nada, nada. Bueno, ahorita ya, con dos meses que hace que ando acá, un poquito más, pero me cuesta mucho. Los niños casi no me comprenden y se ríen mucho conmigo pero, la señora Júlia que , como les dije es muy cariñosa, me dice que no me preocupe que ya aprenderé y que a los niños les vendrá bien, que así practicaran un poco con el español, que falta les hace –dice ella-.

Ay!, Dios mío!, se me hizo tarde!.

Les dejo y les escribo una nueva carta en unos días y así alcanzo ahora a tirar ésta en el buzón y les llegan antes mis nuevas que sé que andan preocupados.

Cuídense mucho. Muchos besos y abrazos para todos. Les quiere su hija, hermana y sobrina.

Adelita


Cobija. Departamento de Pando. Provincia de Nicolás Suárez.
25 de Noviembre de 2008


Querida niña,

Andamos muy felices con la noticia de que vendrá usted por Navidades ya que la echamos mucho en falta. Que penita que su papá ya no esté aquí para poder abrazarla, pero su mamá anda como loquita con la nueva y todo el día nos va dando mandados de limpiarlo todo y ponerlo todo en orden que hasta quiere que encalemos de nuevo la casa para que usted la encuentre como recién estrenada !!

Andreíta ha crecido mucho y pregunta mucho por usted y hasta el pequeño Orson, aunque no habla, cuando le decimos que vendrá la tía Adelita aplaude como un loco!. Seguro que tendrá ya ganas de conocerle… Nos llena de alegría el saber que anda usted tan enamorada del muchacho ese, Yuracaré dijo que se llamaba?. Yucararé tuvimos uno en la familia de su tío Curro, recuerda? Usted era muy niña y vino una vez a visitarnos: vivía él en Sucre, en el Departamento de Chuquisaca, pero ya le digo … era usted muy niña…

Por acá andamos todos bien de salud, gracias a Dios, y parece que las cosas se van arreglando un poquito. Con la plata que usted nos envía y la poca que ganamos con los apaños, no nos falta para vivir. Rezamos cada día para que todo vaya mejorcito y poder ganar la suficiente para que usted regrese a casa sin necesidad de estar fuera de su país.

A los niños les hace mucha gracia eso de que su tía sepa hablar otra lengua distinta del español y, cada vez que nos escribe una carta con esas palabras tan raras, se hacen una hartón de reir… -en especial esa de "sucre" y ahora van contando que la capital de su país se lama "azúcar"- lo digo para que vaya preparando una lista porque seguro que no la van a dejar tranquila hasta que no la recite enterita!!.

Su mamá anda bien de salud y le envía muchos besos, igual que todos nosotros que la extrañamos mucho y rezamos cada día por usted.

Ande con Dios.Su tía que la quiere,

Paulina.



OFICINA DE CORREOS.
Departamento de Potosí a Departamento de Pando
Departamento de Pando a COBIJA
Barcelona.España.19 Diciembre 2008 8:15 a.m.
De: Adela Almenara Bolívar
Para: Sra.Huascar Bolívar Pérez


Llego próximo martes 23 diciembre 18:50 p.m. Aeropuerto de Río Branco -Cobija-
Compañía AMASZONAS Vuelo intercontinental 348643-00-1
Deseando verles. Abrazos.
Adelita


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dijous, 22 d’octubre del 2009

L'ESTHER(Canvi de persona)

L’Esther detesta les feines de la casa. Al principi, no. Tot era nou, lluent i excitant. No es va plànyer de deixar la feina, tan avorridora com la casa i amb tot de caps que aixequen la cella i desaproven tot el que una fa. Vol ser eficient, però mai no sap com ser-ho. Vol que l’aprovin, cada dia, quan surten bé les coses. Però els caps només hi reparen quan hi ha algun defecte.

Va planificar moltes hores, amb en Ramon –els caps junts, fregant uns cabells els altres, fregant una galta l’altra-, com s’ho farien per tirar endavant amb només un salari.

- Si retallem d’aquí i d’aquí ... – feia ell.
- El menjar, rai. Només és car quan has de menjar fora de casa. Fet a casa, tot s’aprofita ...- feia ella.

Però ara ja no li agrada el tracte. Cada dia ha de fer el mateix. Com a la feina, però aquí està sola. No pot fer broma ni gresca amb ningú; l’estona de l’esmorzar era tan deliciosa!
En fruïa, sense saber-ho. I dinar sense escarrassar-se en els fogons. I l’excitació d’estrenar un vestit, o uns pantalons, o unes arracades...

Al principi, sí. Era una festa, quan arribava ell, i ella volia que li digués que estava cansat i que s’estava tan bé a casa i que el sopar era boníssim i que quin goig, el piset nou.

L’Esther té, però, imaginació. Ha provat amb la ràdio. Escombrar, planxar, rentar, guisar, amb la veu estrident de la ràdio. Però és mentida, que la ràdio faci companyia. S’ho han inventat els periodistes. La ràdio fa sentir sola a la gent.

Va provar amb discos. Funcionava una mica: si era un bolero lànguid i sensual, la feina alentia; si era un pasdoble atrevit i brillant, la feina corria de pressa. Però quan tens pocs discos, el truc es gasta. I ja no funciona.

Així va inventar una minyona. Ella seia i la minyona ho feia tot.


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Detesto les feines de la casa. Al principi, no. Tot era nou, lluent i excitant. No em vaig plànyer de deixar la feina, tan avorridora com la casa i amb tot de caps que aixequen la cella i desaproven tot el que una fa. Vols ser eficient, però mai no saps com ser-ho. Vols que t’aprovin, cada dia, quan surten bé les coses. Però els caps només hi reparen quan hi ha algun defecte.

Vam planificar moltes hores, amb en Ramon –els caps junts, fregant uns cabells els altres, fregant una galta l’altra-, com ens ho faríem per tirar endavant amb només un salari.

- Si retallem d’aquí i d’aquí ... – feia ell.
- El menjar, rai. Només és car quan has de menjar fora de casa. Fet a casa, tot s’aprofita ...- feia jo.

Però ara ja no m’agrada el tracte. Cada dia he de fer el mateix. Com a la feina, però aquí estic sola. No puc fer broma ni gresca amb ningú; l’estona de l’esmorzar era tan deliciosa!
En fruïa, sense saber-ho. I dinar sense escarrassar-me en els fogons. I l’excitació d’estrenar un vestit, o uns pantalons, o unes arracades...

Al principi, sí. Era una festa, quan arribava ell, i jo volia que em digués que estava cansat i que s’estava tan bé a casa i que el sopar era boníssim i que quin goig, el piset nou.

Tinc, però, imaginació. He provat amb la ràdio. Escombrar, planxar, rentar, guisar, amb la veu estrident de la ràdio. Però és mentida, que la ràdio faci companyia. S’ho han inventat els periodistes. La ràdio fa sentir sola a la gent.

He provat amb discos. Funcionava una mica: si era un bolero lànguid i sensual, la feina alentia; si era un pasdoble atrevit i brillant, la feina corria de pressa. Però quan tens pocs discos, el truc es gasta. I ja no funciona.

Així he inventat una minyona. Jo sec i la minyona ho fa tot.

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DONES. Isabel-Clara Simó

dilluns, 19 d’octubre del 2009

cambio de persona

Eran las cinco de la tarde de un martes de finales de abril. Julio Orgaz había salido de la consulta del psicoanalista diez minutos antes; había atravesado Príncipe de Vergara y ahora entraba en el parque de Berlín intentando negar con los movimientos del cuerpo la Eran las cinco de la tarde de un martes de finales de abril. Julio Orgaz había salido de la ansiedad que delataba su mirada.

El viernes anterior no había conseguido ver a Laura en el parque, y ello le había producido una aguda sensación de desamparo que se prolongó a lo largo del húmedo y reflexivo fin de semana que inmediatamente después se le había venido encima. La magnitud del desamparo le había llevado a imaginar el infierno en que podría convertirse su vida si esta ausencia llegara a prolongarse. Advirtió entonces que durante la última época su existencia había girado en torno a un eje que atravesaba la semana y cuyos puntos de apoyo eran los martes y los viernes.

El domingo había sonreído ante el café con leche cuando el término amor atravesó su desorganizado pensamiento, estallando en un punto cercano a la congoja.

Cómo había crecido ese sentimiento y a expensas de qué zonas de su personalidad, eran cuestiones que Julio había procurado no abordar, pese a su antiguo hábito –reforzado en los últimos tiempos por el psicoanálisis- de analizar todos aquellos movimientos que parecían actuar al margen de su voluntad.

[ Juan José Millás. El desorden de tu nombre.]

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Eran las cinco de la tarde de un martes de finales de abril. Había salido de la consulta del psicoanalista diez minutos antes; había atravesado Príncipe de Vergara y ahora entraba en el parque de Berlín intentando negar con los movimientos del cuerpo la ansiedad que delataba mi mirada.

El viernes anterior no había conseguido ver a Laura en el parque, y ello me había producido una aguda sensación de desamparo que se prolongó a lo largo del húmedo y reflexivo fin de semana que inmediatamente después se me había venido encima. La magnitud del desamparo me había llevado a imaginar el infierno en que podría convertirse mi vida si esta ausencia llegara a prolongarse. Advertí entonces que desde la última época mi existencia había girado en torno a un eje que atravesaba la semana y cuyos puntos de apoyo eran los martes y los viernes.

El domingo había sonreído ante el café con leche cuando el término amor atravesó mi desorganizado pensamiento, estallando en un punto cercano a la congoja.

Cómo había crecido ese sentimiento y a expensas de qué zonas de mi personalidad, eran cuestiones que había procurado no abordar, pese a mi antiguo hábito –reforzado en los últimos tiempos por el psicoanálisis- de analizar todos aquellos movimientos que parecían actuar al margen de mi voluntad.

diumenge, 4 d’octubre del 2009

El viejo juez

-Recuerdo que el mejor litigio de mi carrera es el que no ví-, dijo el viejo juez desde su butaca con una copa de cognac en la mano y mirando el humo azul de un habano en la otra.

El joven abogado le miraba atentamente desde la banqueta del rincón esperando oír alguna denuncia ahogada en los vapores de la mejor vendimia. Sus manos buscaron unas notas en el teclado del piano. Levantó la cabeza y vió al viejo juez que mirando al techo, buscaba el hilo invisible del globo de la memoria. Llenó de música el salón antes de que pudiera encontrarlo y desparramar así sus recuerdos.

En silencio, recogidas ya las notas, el abogado se dispuso entonces a oír el relato.

Con la copa en la mesa y la ceniza en el suelo el viejo juez emitía una incipiente serie de largos y profundos ronquidos. Otro día pincharía el globo.