divendres, 8 de març del 2013

Plaga de langostas


En los primeros años del siglo XXI, una plaga de langostas se abatió sobre el planeta tierra. El cielo no se ennegreció. No se  formaron nubes oscuras que desataran el pánico y produjeran el hambre a su paso. No se oyeron chirridos agudos  cuando se acercaban. Aunque lentos, sus efectos fueron  sin embargo devastadores. Una nueva especie de langostas, menos numerosa pero más letal, decidió repartirse el mundo. Los pocos humanos que fueron capaces de enfrentarse a estos seres se concentraron en las plazas de las ciudades y a las puertas de los Parlamentos. Allí comieron, allí durmieron. Allí escribieron pancartas, carteles…hicieron reuniones, grupos de trabajo…intentaron organizarse contra este insecto voraz y destructivo, que atacaba por sorpresa y provocaba daños irreversibles. Todo fue, empero, inútil. Poco a poco, sin sonidos estridentes, sin levantar la voz, sin moverse prácticamente de su entorno pero moviendo los hilos con la única ayuda de sus ojos saltones y de sus patas duras y eficaces, estos depredadores devoraron empleos, provocaron hambrunas, hundieron países.
Su ambición desmedida les llevó a desobedecer la orden genética que les hacía reproducirse desenfrenadamente, solo para no tener que repartir la riqueza con otros individuos de su misma especie. Esa fue la causa de su triste final.

2 comentaris:

  1. Los humanos menos heróicos se doblegaron frente a la plaga votando a las voraces langostas en todos los comicios que hubieron. Los historiadores del XXI no pudieron explicar tan extraña conducta.

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