dimarts, 2 de juny del 2009

sentimientos

Cogió el jarrón y lo estrelló contra el suelo. Bajó corriendo las escaleras detrás de él. Háblame, le decía. Dime qué pasa. “No hay ningún problema, háztelo mirar”, fueron sus únicas palabras, duras, despóticas, crueles. Se tragó las lágrimas y se mordió los labios. Un nudo en el pecho le ató las palabras. La congoja se le coló por todos los rincones, muy dentro. Mientras, él, la miró como si no existiera, indiferente, mudo. Se sentó en el sillón, se puso las gafas sobre unos ojos fríos como el hielo, y con gesto calculado empezó a hojear el periódico.

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