Si admitimos que cada elemento de la naturaleza es en si mismo único y especial, reconoceremos que cada uno puede ser un haiku.
El haiku, pues, no anhela más que atrapar ese instante de la realidad y conservarlo.
Al haiku lo componen los pocos elementos que recoge de la realidad. Éstos han de estar cohesionados, de lo contrario el poema se descoyunta y pierde su magia y su sabor, que era precisamente lo que le confería naturaleza de haiku.
La flor de dafne
ni de noche está oculta
por su perfume
Tayojo
Cerezos en la noche:
si más me alejo, más
vuelvo a mirarlos
Tomiyasu Fusei
En este caso en la oscuridad de la noche, al desaparecer otros estímulos, los ojos han quedado prendados de los cerezos y por más que se alejen, se vuelven una y otra vez hacia el objeto de la fascinación. Más allá de la realidad mostrada por el poema: oscuridad, cerezos y alejamiento, tres elementos bien armonizados, hay otro silenciado: el hechizo, la voluntad dominada por algo externo que atrae poderosamente y de lo que no se puede huir...
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