Una fría neblina llegaba desde la bahía atravesando los
bosques de secuoyas, me encantaba ver las orillas desdibujadas y entrever
apenas el magnífico puente rojo, desde el lado de Sausalito delante de la gran
ciudad californiana. Sus tranvías, sus calles serpenteantes con las subidas y
bajadas, vistas en el cine en tantas ocasiones me impresionaron menos que la magnificencia
de aquellos ejemplares que se elevaban hasta el cielo. Paseamos por la costa de
Monterrey, bordeando el Pacífico, entramos en la milla de oro con las mansiones
y los campos de golf que llegaban hasta las rocas marinas. Nos encantó Carmel,
pequeña ciudad de la que fue alcalde Clint Eastwood, actor que no me gustaba
antes y que tras irle conociendo como director, compositor y ser humano me sedujo cuando ya había cumplido ¡sus ochenta años! con su versatilidad y riqueza poco comunes.
Mi hijo Daniel estaba muy emocionado; estar en San Francisco le parecía el súmmum de lo guay, en el lenguaje de los diez años, eso era muchísimo. Estábamos paseando tranquilamente por las cuidadas y preciosas calles de Carmel cuando se detuvo muy serio y me dijo: - Mamá, quiero ir a ver a los elefantes marinos….Tras esta contundencia no me quedó otra opción que contestarle: - Muy bien; entonces, llévame a verlos. Sus brazos se abalanzaron hacia mi cuello con tamaña fuerza, que un poco más y me tira. Se pasó la tarde explicándome que estaban en unas plataformas en la entrada de la bahía de San Francisco, al lado de los muelles; que eran grandes, y lentos y sus bigotes larguísimos….como focas pero muchísimo más grandes, más rubios los de aquella zona.
Mi hijo Daniel estaba muy emocionado; estar en San Francisco le parecía el súmmum de lo guay, en el lenguaje de los diez años, eso era muchísimo. Estábamos paseando tranquilamente por las cuidadas y preciosas calles de Carmel cuando se detuvo muy serio y me dijo: - Mamá, quiero ir a ver a los elefantes marinos….Tras esta contundencia no me quedó otra opción que contestarle: - Muy bien; entonces, llévame a verlos. Sus brazos se abalanzaron hacia mi cuello con tamaña fuerza, que un poco más y me tira. Se pasó la tarde explicándome que estaban en unas plataformas en la entrada de la bahía de San Francisco, al lado de los muelles; que eran grandes, y lentos y sus bigotes larguísimos….como focas pero muchísimo más grandes, más rubios los de aquella zona.
-
Sólo una cosa Daniel…
-
Dime, mamá
-
Iremos mañana, hoy ya es tarde.
Movió la cabeza con lentitud, sonriendo, sudando.
Escribir un texto que incluya las frases siguientes (la primera
será la inicial, la tercera será la última y la segunda estará colocada
aproximadamente en el medio):
1.
"Una fría neblina llegaba desde la bahía atravesando los
bosques"
2.
"Muy bien; entonces, llévame a verlas".
3.
"Movió la cabeza con lentitud, sonriendo y sudando"
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