(era un relato que tenía que ser "al estilo de... " otro texto que nos dio la profe.
A la semana siguiente teníamos que continuar con el mismo personaje, introducir otro y que tuvieran un accidente. Yo uní luego los dos, pero envío el primero. Por eso no recuerdo el título.)
Al estilo de...
Detesto a los pasapisos por omnipresentes, porque siempre te dan contigo, porque te sonsacan tu número de teléfono y te asedian, te acosan, te derriban; porque son los representantes de un mundo de ficción, puro espejismo, de una raza nueva de embusteros, sacasangres, chupavidas; porque intentan darte gato por liebre y te ofrecen castillos de arena, torres de viento, allá donde no hay sino mugre y desconchados, o como mucho “renovado a nuevo”, “para entrar a vivir”, plástico y. Los aborrezco profundamente porque son capaces de hacer crecer sin dar de comer, y de venderte terrazas de un metro; porque son como aves de rapiña vigilando con sus ojos acechantes, desorbitados, saltones de avaricia, a las posibles presas confiadas que admiran su valía y les están incluso agradecidos. Porque aparecen ante ti con sus verdes corbatas abominables, exasperantes, desmedidas, y sus pelos engominados, y buscan no sólo tu anuencia sino el agradecimiento de habértelo conseguido, porque eres el elegido, porque sin ellos - pobre de ti -, no llegarías nunca a poseer el palacio de tu vida que tantos otros anhelaban ardientemente, ávidamente, visceralmente; ¡cuerda decisión tu compromiso! 40% por anticipado, 30% para él y dulce legado, insufrible lastre, carga letal para tus herederos. Y porque con frecuencia, cuando ya han conseguido embaucarte astuta, descaradamente con sus retorcidas artimañas, se sacan de la manga la sorpresa: “¿ Y tú de las afectaciones qué piensas?, u otras burdas falacias de esta índole. Y te quedas con los ojos a cuadros, sin saber de dónde te ha venido, pero sin saber tampoco qué hacer ante su media sonrisa indecente. No se te ocurra decirles que no, que no te interesa. Porque entonces empieza de verdad tu insoportable, negro calvario: continuas llamadas a tu móvil, no sólo de él sino de toda una caterva de abultadas sanguijuelas de su misma calaña que florecen en tu ciudad detrás de cada esquina. Hasta que te decides a cambiar de teléfono o te suicidas.
Concha
Jo, Concha !!. Ya no recordaba la brutalidad exacerbante de tu escrito... és bestial!, que agobio !. Realmente, dan ganas de suicidarte.
ResponEliminaSuerte que ahora te pilla en un buen momento (digo yo ...)!!
Un relato muy fuerte, agobiante, rápido y lleno de rabia. Una crítica atinada y feroz de esas "sanguijuelas".
ResponEliminaGracias por colgarlo. Excelente retrato de una situación de acoso.
Gran rescate. No lo recordaba yo tan mordaz, esa rotunda descripción de un gremio sin paliativos; inmisericorde compañera...
ResponElimina