Se puso
las gafas de no ver. Las maravillosas gafas de no ver. Y…
No vio la
desesperación de los que pierden su casa
No vio la
amargura de los que escarban en las basuras
Ni la
tristeza del hambre en los ojos de los niños
No vio
la exasperación de los que piden inútilmente trabajo
No vio
la humillación de los que hacen cola ante las puertas de los comedores
Ni la
ira de las protestas en boca de los manifestantes
No vio la
obscenidad de las risas sin disimulo de los banqueros
No vio
la indecencia de los fastos políticos
Ni la
inmoralidad de los que todo pueden
No vio
la desvergüenza de los que nos hacen culpables
No vio
la vileza de los que dicen “que se jodan” o “que paguen sus deudas”
Ni la
injusticia de los que se proclaman justos
Sólo
por la noche, al llegar a casa, se cambió las gafas de no ver por las de ver.
Para observar el efecto. Como un juego. Se puso delante del espejo y
contempló con detenimiento su verdadero rostro: la cara de un cerdo. Pero
esto no le incomodó. A su lado, siempre estarían las gafas del olvido.
Concha
Concha
Hay que sacar la mala leche de vez en cuando para sentirnos menos cómplices de tanto en tanto.
ResponEliminaUna perfecta descripción de la mayoría de nosotros, que salimos al mundo con las gafas de no ver mas que nuestro ombligo
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